Médicos franceses después Covid19

La manifestación de los jueves en el Hospital Robert Debré, en París es una muestra de la realidad que asimilan los médicos franceses después Covid19

Reunidos cada jueves, el personal de médicos, enfermeros y sanitarios recorre algunos metros de las calles aledañas de su centro de trabajo, especializado en atender a niños y gestantes. A este grupo profesional se les denomina les soignantes, que en una traducción esforzada, significaría en castellano «los que cuidan y sanan».

De manera espontánea, los vecinos de este hospital que goza de una excelente reputación hicieron también suyo el derecho de participar en la manifestación de soignantes. Desde hace unas pocas semanas los jueves se convirtieron en un foco de reivindicaciones ciudadanas. Los profesionales de la salud y los ciudadanos exigen lo mismo: mantener la salud como un servicio público. Los franceses han comprendido que el verdadero problema que emerge con el Covid 19 es la evidente fragilidad de su sistema de salud.Médicos franceses después Covid19

La multitud que acude a apoyar a los manifestantes es diversa; vienen de diferentes puntos de Francia y llegan a título personal o como delegados de sindicatos de salud. De todas las edades y colores políticos, acuden con pancartas y detrás de sus máscaras se puede leer una cólera personalizada. En una mujer que toma la palabra es la frustración de no poder curar a sus hijos: «vengo de Normandia y mis hijos no reciben el tratamiento adecuado por falta de medios, por ausencia de voluntad política».

Algunos descargan su impaciencia aprovechando la presencia de los medios más activos, reclamándoles su falta de imparcialidad. La policía asiste en silencio, cerca a sus decenas de patrullas estacionadas para bloquear las calles aledañas. El sol se encarga de dibujar sombras nerviosas en las calles, las batas blancas de los manifestantes se mezclan con los chalecos amarillos, las banderas de partidos, Ong’s y sindicatos.

Un micrófono rompe los murmullos y su electricidad se instala sobre nuestras cabezas, intentamos ubicar al que dirige la palabra.  Un joven médico francés rodeado por todos sus colegas explica y reclama:

« Cuando empezamos a trabajar ni siquiera nos dieron máscaras, ni gel. Y nos sacrificaron. Recién cuando tuvimos los recursos pudimos salvar vidas. No somos héroes, somos trabajadores de la salud, y creemos que el hospital es de todos porque la salud no es un negocio. Esta lucha es ilimitada ».  La gente asiente y los chalecos amarillos empiezan a corear  Police par tout, justice nul part  (Policía por doquier, justicia en ningún lado). 

Un reportero de TV  intenta preguntar pero nadie quiere responder sus preguntas, «ustedes desinforman, ustedes son empleados del gobierno, ustedes nos atacan» le reclama una enfermera.

Una jovencita toma el micrófono y explica las condiciones de trabajo y los turnos que deben asumir. Otra enfermera cuenta que las ordenes son de rentabilizar las camas: «yo no soy comerciante, soy enfermera, mi interés no es sacar dinero de una cama sino de curar pacientes«.

Desfilan algunos sindicalistas explayándose con frases demasiado concretas, demasiado profesionales que no calan en los presentes. «Los ciudadanos están aquí para oír a los que trabajan», grita un hombre con una banderola de bretaña.

Los ánimos se encienden, varios candidatos al micrófono intentan hacerse oir pero ya es tarde. Los médicos que organizan la manifestación les piden a todos que despejen la zona, «es tiempo de volver al trabajo». Pero los policías hicieron un cordon que impide a los manifestantes dispersarse: un policía indica a la multitud «que salgan por derecha». Ccuando la gente llega a la salida derecha otros policías piden que se retiren por izquierda. Una señora confronta a los policías con severidad y ternura: «ustedes no saben ni como orinar y se orinan entre ustedes, pero les pagamos el sueldo nosotros». Incluso los gendarmes, se ríen de la ocurrencia. «Nos quieren provocar, esperemos a que sus cerebros coordinen, paciencia» dice la anciana mientras una fila de curiosos en la calle de enfrente empieza a gritar frases de apoyo.

Del «mejor sistema de salud del mundo» a la realidad tercermundista  

Entre 1950 y 1985 el sistema de salud francés se desarrolló intensamente, lo que permitió aumentar sus presupuestos en paralelismo al crecimiento económico del país. La calidad del sistema de salud francés y su rentabilidad son producto de una visión estatal común en muchos países europeos: la salud como servicio público.

Sin embargo, desde 1985 hasta el 2020, existe una involución en la relación del incremento de la riqueza nacional y los presupuestos designados a la salud. La precariedad hizo su entrada en el léxico político oficial, y con ella, la degradación paulatina de todo el sistema de salud francés.

Con el caos que origina el Covid-19, se puso en evidencia esta degradación, que a pesar de ser motivo de huelgas y reclamos desde hace 2 años, recién empiezan a ocupar un espacio en los medios de comunicación masivos.

Censos y estudios que diagnostican el estado de los médicos franceses después Covid19

La manifestación semanal de los jueves se puede comprender mejor si se analizan algunos resultados de estudios realizados durante la crisis reciente.  Un sondage creado por Le Comité pour le développement durable en santé (C2DS) indica lo siguiente:

8% de los franceses consideran que el sistema de salud se encuentra en peligro, casi la totalidad exige un aumento de recursos y un 87% sugiere incrementar el personal. 77% cree conveniente aumentar los presupuestos. En un censo participan 2250 profesionales de la salud: 63% de ellos trabajan en casos de Covid 19. Sus comentarios llegan a las 12,000 palabras y sus propuestas abarcan la gestion de desechos, transporte, consumo de energía, calidad de vida laboral. Los encuestados se muestran favorables a que todas estas mejoras obtengan mejor financiamiento, respetando criterios ambientales, sociales y colectivos. 

83,2 % de estos profesionales se sienten útiles y probablemente se debe a que la gestion de la ultima crisis fue un acto ejemplar de organización y re estructuración de todos los servicios. La moral de los médicos no está derrotada, aunque ellos confiesan que sufren de estrés y cansancio. Otra conclusion de este estudio es que los sanitarios consideran que «la población carece de suficiente educación sanitaria».

Exhaustos, 66,3 %, pero creativos 60,9 %, estresados (56,7 %) pero orgullosos (58 %) aunque imponentes (57,9 %) encolerizados (48,2 %) pero no resignados (63,6 %). Vale la pena resaltar que estas respuestas son similares entre el sector publico y el privado.

La manifestación de los jueves confirma que los médicos franceses no son los mismos después Covid19. Y también nos enseña que los trabajadores del sector salud francés tienen serias intenciones de involucrarse en la recuperación de los medios y los presupuestos que les permitieron alguna vez vanagloriarse de tener el mejor sistema de salud del mundo. Una frase que ya no se oye como antes, en las reuniones y aperitivos de aquellos veranos.

Este verano toca manifestar, por ejemplo, los jueves al mediodía.

Hôpital Roger-Debré en París

Entre 1950 y 1985 el sistema de salud francés se desarrolló intensamente alcanzado logros que lo convirtieron en uno de los
mejores sistemas de salud del mundo

 
 
Bibiografia y fuentes:

https://up-magazine.info/le-vivant/sciences/53801-demain-quel-systeme-de-sante-voulons-nous/

https://drees.solidarites-sante.gouv.fr/IMG/pdf/er1017.pdf

https://www.facebook.com/cerveauxnondisponibles/videos/806520483205849/