La directora peruana Melina León nos cuenta como surge la idea de Canción Sin Nombre, su primer largometraje, que consideramos el inicio de una especie de Neorrealismo a la peruana.
Canción Sin Nombre Ficción, 1h 37’ de Melina León, Perú
Canción Sin Nombre explica la frustrada gestación de un país que muere con frecuencia. Fáustico, desmemoriado, ese Perú antiguo, contemporáneo de la Mesopotamia, aparece en esta película como un barco sin timonel, acosado por piratas en un mar ajeno.
Y es en estas aguas que navega Melina Leon, con su casting exacto, con su guión de todos los acentos y sus espacios fotográficos, geométricos e impecables que describen antes que nada, el interior de un paisaje humano tantas veces despreciado: el Perú rural que se apodera de la urbe.
En medio de una guerra política con protagonistas inciertos, se produce un drama que escoge a víctimas del olvido, de la impunidad: Georgina tiene un bebé que desaparece. De la misma manera que desaparece el país en un cauce de corrupción y violencia estructural. “El parto de Georgina no fue tan dramático como la pre-producción de la película: se nos cerraron todas las puertas en el Perú, la única puerta abierta fue la de La Mula” confiesa Melina León en nuestra conversación.
¿Era el contexto un tanto incomprensible, Melina?. “No. Es un país racista”. Y es verdad, claro, pero se te olvida cuando oyes los acentos andinos y amazónicos intercambiando complicidades y temores.
¿Y el casting, Melina, de dónde salieron tus actores? “Se lo debemos a un grupo de teatro de Villa El Salvador. Arturo Mejía director de ‘Arena y Esteras’ entendió lo que buscaba y me mostró la foto de Pamela, que luego sería Georgina: amor a primera vista”.
Pero en realidad es un ménage à trois con una especie de Norman Bates peruano; Tommy Párraga, la versión hitchcockiana del limeño que oculta algo. O mejor, que encarna a la perfección el karma del limeño destinado a fingir lo que no es.
La película encierra otros dramas que son parte del cotidiano latino: homofobia, discriminación, corrupción. Y de esa realidad política también se nutre la ficción. Sus personajes malvados fueron inspiración directa de malvados fujimoristas, tan reales como Luz Salgado, tristemente célebre por crímenes y complicidades execrables.
Georgina pertenece a un grupo humano estigmatizado durante el conflicto: pobres, mestizos… y ayacuchanos. En Ayacucho se inicia la guerra que lanza Sendero Luminoso. Y esto obliga a los ayacuchanos a instalarse en los cerros arenosos que rodean Lima. Hoy esos cerros son ciudades que determinan la economía limeña. Y esos ayacuchanos son los limeños del siglo 21.
Pero 40 años atrás hubiera sido imposible tener una mirada como la de Melania. “Haber vivido 18 años en Nueva York me hizo comprender la migración de los ayacuchanos a Lima”. Precisamente, otra de las virtudes del film es la implicación de los actores en la incorporación de escenas claves, como la tradición andina del Pacha Tinka. Los recién llegados y su liturgia de iniciación a una vida nueva, que es finalmente el karma del nuevo limeño: vivir con lo que son, conquistar la urbe con música, sin bombas.
Quizás por su alejamiento físico, o por su experiencia migratoria Melina León no cedió a la tentación de la belleza fácil, aquel pecado que el director colombiano Luis Ospina llamaba «la porno miseria». No existen elementos turísticos ni chauvinismos del Perú un poco a la moda. Y la película posee una bella fotografía, – el tipo de expresionismo que nos recuerda algunos momentos de Stranger Than Paradise – y movimientos de cámara que logran integrar a los personajes en espacios hostiles (comisarías) o familiares (mercados).
Las cuerdas de la banda sonora acompañan con sobriedad los encuentros y desencuentros de sus personajes.
Ganadora de muchos premios, «Canción Sin Nombre», da una vuelta al mundo preparando su llegada a su casa, donde todavía no fue estrenada en los cines. País al revés donde las películas, y sus mejores cineastas, no son profetas en su tierra.
Todas las guerras necesitan una catarsis. Y a menudo esa catarsis se logra con la creación artística, sobre todo cuando la política oficial fue parte de la guerra. El Neorrealismo a la peruana también emerge después de la desgracia, aunque la Canción Sin Nombre todavía no se haya estrenado en su país de origen.
“Tuvimos que luchar para mantener la idea de salir en cines. La película se estrena en Francia, Grecia y los peruanos se preguntan por qué no en Europa. Y creemos que si somos pacientes, esperamos un poco, podremos estrenarla en cines”
Se estrena en 37 cines, luego de haber pasado por más de 100 festivales. Como una buena noticia, Canción Sin Nombre se va a confrontar a los cinéfilos franceses, recientemente acostumbrados a un Perú gastronómico & for export.
El Neorrealismo a la peruana con sus aires de Jarmush: una excelente excusa para huir de los días largos y hacer un trip al sur. Siempre al sur.
¿Era el contexto un tanto incomprensible, Melina?. “No. Es un país racista”. Y es verdad, claro, pero se te olvida cuando oyes los acentos andinos y amazónicos intercambiando complicidades y temores.
Crédits
LISTE ARTISTIQUE
Georgina Condori : Pamela Mendoza
Pedro Campos : Tommy Párraga
Leo Quipse : Lucio Rojas
Isa : Maykol Hernández
Eva : Lidia Quispe
LISTE TECHNIQUE
Réalisation : Melina León
Scénario : Melina León et Michael J.White
Image : Inti Briones
Montage : Melina León, Manuel Bauer, Antolin Prieto
Musique : Pauchi Sasaki
Producteurs : Inti Briones, Melina León, Michael J. White
Production : La Vida Misma Film
Co-production : La Mula Producciones, MGC, Bord Cadre Films
Ventes internationales : Luxbox
Una respuesta a “Canción Sin Nombre, Neorrealismo a la peruana”
Los comentarios están cerrados.